domingo, 20 de febrero de 2011

01.

Entré en el coche por la puerta de atrás, sentándome justo en el asiento que queda en diagonal al del conductor, en el lugar perfecto para encontrarme con su mirada, ésa que no esperaba encontrarme, no en ese momento, no tan pronto. Mi felicidad era máxima: estaba bien, ya no importaba el resto. No me di cuenta de que un par de lágrimas viajaban por mis acaloradas mejillas hasta que me vi reflejada en las suyas. Él tampoco esperaba encontrarme allí, no esperaba que esa puerta se abriese y justamente apareciese yo, incluso hasta ese momento desconocía si estaba viva.

- Eres sólo una cría. Eres una maldita cría ilusionado con el amor. El amor no existe, ¿sabes? No ese amor con el que sueñas. El amor sí entiende de edad, de sexo, de clase social... todo es mentira. Y no, no tienes motivos para estar enamorada.

Ambos sabíamos muy bien de lo que hablábamos, y seguramente el resto comenzaba a imaginar lo que (no) había ocurrido entre nosotros.

- ¡Sí que los tengo! - rompí a llorar - ¡Sí que los tengo!

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