domingo, 15 de mayo de 2011

Belleza.

«Abre la caja y surge una espléndida mujer, modelo de belleza y no de perfección, porque la belleza en la mujer estriba precisamente en no ser perfecta».

 Las mil y una noches.

viernes, 6 de mayo de 2011

Mírame.

Mirar a alguien esperando ser mirado,
es como predecir la lluvia y recibirla con la palma de la mano dirigida al cielo.

Es mejor mirar por primera vez y darse cuenta de que alguien estaba deseando que lloviera.

jueves, 31 de marzo de 2011

Aire.

El día que no pueda más quizás será demasiado tarde. Por ahora voy aguantando la respiración, hasta que explote irremediablemente en una bocanada de aire fresco. Puede que respirar sea mejor que no hacerlo, pero tengo miedo de que me guste tanto el nuevo aire que no pueda espirarlo nunca.

jueves, 17 de marzo de 2011

Sopa de letras.

Hoy he vuelto a comer sopa de letras. Y, como cuando era una niña, he ido separando una a una las letras que formarían más tarde mi diccionario comestible. Primero me comí mi nombre. A veces uno está tan pendiente de los demás que no tiene un momento para saborearse a sí mismo y yo hoy lo he hecho. He comprobado que aún sepo a inocencia, pero que la vida me ha ido regalando nuevos sabores que se mezclan en mi paladar y que no logro distinguirlos, pero que son deliciosos. Después me comí los nombres de mi familia, esos que parece que hayan sido cocidos con más amor que el resto, a fuego lento... y que, por mucho que pase el tiempo, siempre conservan el mismo gusto. Más tarde continué con los nombres de mis amigos, algunos hacia tanto que no los comía que ya ni me acordaba de su sabor, pero me bastó con olerlos para recordar todos sus matices; otros los como cada día, pero no por ello una se cansa de degustarlos, es agradable reconocerlos entre el resto de cucharadas; y otros son sabores nuevos, que aún no conozco del todo, y que cada vez que los como descubro aromas y sensaciones nuevas que me alegran la vida. 

Y después de todos, me di cuenta de que ya no me quedaban letras para escribir el tuyo.

martes, 22 de febrero de 2011

02.

Era el día.

- ¿Quedamos?

No había cambiado nada.

- Necesito estar contigo. Pero existen dos condiciones que debes cumplir:
   1. No quiero hablar sobre nada que esté relacionado con el hecho de que hoy estemos aquí.
   2. No te enamores de mí.

Sabía que lo último era cierto, aunque hubiese agradecido un "eso me resultará imposible".

domingo, 20 de febrero de 2011

01.

Entré en el coche por la puerta de atrás, sentándome justo en el asiento que queda en diagonal al del conductor, en el lugar perfecto para encontrarme con su mirada, ésa que no esperaba encontrarme, no en ese momento, no tan pronto. Mi felicidad era máxima: estaba bien, ya no importaba el resto. No me di cuenta de que un par de lágrimas viajaban por mis acaloradas mejillas hasta que me vi reflejada en las suyas. Él tampoco esperaba encontrarme allí, no esperaba que esa puerta se abriese y justamente apareciese yo, incluso hasta ese momento desconocía si estaba viva.

- Eres sólo una cría. Eres una maldita cría ilusionado con el amor. El amor no existe, ¿sabes? No ese amor con el que sueñas. El amor sí entiende de edad, de sexo, de clase social... todo es mentira. Y no, no tienes motivos para estar enamorada.

Ambos sabíamos muy bien de lo que hablábamos, y seguramente el resto comenzaba a imaginar lo que (no) había ocurrido entre nosotros.

- ¡Sí que los tengo! - rompí a llorar - ¡Sí que los tengo!

domingo, 2 de enero de 2011

te pienso.


Era de noche. Maldito insomnio que me hace recordarte. Y a veces duermo, sí, sólo quiero dormir porque es la única manera de soñar que todo sigue como antes. Cuando éramos tú y yo, o, más bien, cuando eras tú y yo te seguía. ¿Y ahora? Ha pasado tanto tiempo… Ya no como. ¿Para qué? Me alimento de lo que nunca me dijiste, o mejor dicho, de lo que me dijiste demasiado tarde, de aquello que tanto esperaba y nunca sucedió, de los besos que jamás me diste y que yo te di sin que te dieras cuenta. Y ahora, dime… ¿estás pensando en mí?

sábado, 1 de enero de 2011

débil.

Lo que hice... lo hice porque me importas. Y lo que suceda a partir de este momento no quiero que venga predeterminado porque te sientas en la necesidad de devolverme el favor. Además, después de esto, no estamos en igualdad de condiciones. Ya no es ningún secreto lo que siento por ti.