jueves, 17 de marzo de 2011

Sopa de letras.

Hoy he vuelto a comer sopa de letras. Y, como cuando era una niña, he ido separando una a una las letras que formarían más tarde mi diccionario comestible. Primero me comí mi nombre. A veces uno está tan pendiente de los demás que no tiene un momento para saborearse a sí mismo y yo hoy lo he hecho. He comprobado que aún sepo a inocencia, pero que la vida me ha ido regalando nuevos sabores que se mezclan en mi paladar y que no logro distinguirlos, pero que son deliciosos. Después me comí los nombres de mi familia, esos que parece que hayan sido cocidos con más amor que el resto, a fuego lento... y que, por mucho que pase el tiempo, siempre conservan el mismo gusto. Más tarde continué con los nombres de mis amigos, algunos hacia tanto que no los comía que ya ni me acordaba de su sabor, pero me bastó con olerlos para recordar todos sus matices; otros los como cada día, pero no por ello una se cansa de degustarlos, es agradable reconocerlos entre el resto de cucharadas; y otros son sabores nuevos, que aún no conozco del todo, y que cada vez que los como descubro aromas y sensaciones nuevas que me alegran la vida. 

Y después de todos, me di cuenta de que ya no me quedaban letras para escribir el tuyo.

2 comentarios:

  1. Querida Mer, me ha encantado como juegas con la descripción de varios sentimientos mezclando un alimento con el cual hemos jugado todos de niños y el amor hacia personas importantes en tu vida. Te sigo desde hace tiempo, y me encanta cómo escribes, así k me gustaría muchísimo poder conocerte y, porqué no, formar parte de ese círculo de personas a las que tanto quieres. Un abrazo afectuoso (si me dejas).

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  2. De verdad Mer, que me encantó esto! Hasta me salió una lagrimilla... Porfa, escribe más, que si hay algo que disfruto en esta vida es leer sentimientos tan especiales!

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